ODIO DE CLASE

El "Apartheid" de Nordelta: trabajadoras domésticas denuncian discriminación en el transporte

Afirman que los propietarios no las dejan viajar en el mismo colectivo porque "huelen mal y hablan mucho".


Un grupo de trabajadoras domésticas del complejo de barrios privados de Nordelta, en el norte del Conurbano bonaerense, denunciaron que los propietarios no las dejan viajar en el mismo colectivo que ellos porque "huelen mal y hablan mucho".

Según contó una de las trabajadoras, en un principio los "gerentes de importantes empresas, políticos, empresarios y figuras mediáticas" que viven en el complejo privado ponían sus bolsos en los asientos vacíos para impedir que se sentaran.

Después, por pedido de los propietarios, la empresa MaryGo empezó a poner restricciones: menor frecuencia en los viajes y argumentos absurdos para justificar la prohibición.

"En la espera suelen pasar micros de Capital y nos no quieren parar más; y si paran a recoger a un propietario, cuando subimos nos obligan a bajar diciendo que no podemos viajar paradas. Se contradicen porque cuando llega un colectivo interno (donde no viajan los dueños de las casas) viajamos como ganado", relató la trabajadora.

"Les molesta que las mujeres viajen en sus micros, pero no les molesta que las mujeres suden lavando sus pisos, limpiando su mugre y criando a sus hijos a cambio de salarios de miserarables", remarcó, según el testimonio citado por La Izquierda Diario.

"No estamos dispuestas a seguir aguantando que nos sigan discriminando por mujeres, por pobres y por inmigrantes", finalizó.

El testimonio completo de una de las trabajadoras:

“En Nordelta (sin contar a los trabajadores albañiles) somos 8 mil empleadas del servicio doméstico las que viajamos con el único servicio de transporte que ingresa al predio de 23 barrios privados.

"Desde que este servicio funciona, se viajaba en los micros internos o en los que vienen de Puerto Madero o CABA, con trabajadores profesionales o propietarios de las casas, en ese entonces nos ponían bolsos o mochilas para que no nos sentemos a su lado.

"Desde hace unos meses la empresa empezó a ponernos más límites e incluso no mandaban micros por más de una hora y media.

"Lo peor es que en la espera suelen pasar micros de Capital y nos no quieren parar más, y si paran a recoger a un propietario, cuando subimos nos obligan a bajar diciendo que no podemos viajar paradas.

"Se contradicen porque cuando llega un colectivo interno (donde no viajan los dueños de las casas), viajamos como ganados. Las empleadas nos enteramos que la verdad es que no nos dejan viajar en esos micros con profesionales o propietarios porque en una reunión de vecinos “nordelteños” dijeron bien claro que los vecinos (gerentes de importantes empresas, políticos, empresarios, figuras mediáticas) no quieren viajar más con nosotras porque dicen que olemos mal y hablamos mucho.

"Dicen esto los mismos que amparados en la impunidad de su condición económica acosan a sus empleadas, en especial a las más jóvenes y nos explotan hasta reventarnos las espaldas a nosotras y a nuestros compañeros que construyen sus palacios.”

"Esta situación de discriminación de clase, parece extraída de cualquier relato de lo que vivían las y los trabajadores afroamericanos, el segregacionismo racial en los años `50 o `60 en Estados Unidos.

"El intendente de Tigre, Julio Zamora, mira para otro lado cuando debería garantizar que entren las líneas de transportes públicos al complejo para que las y los trabajadores de Nordelta puedan ir a sus trabajos sin ser discriminados.

"Basta del monopolio de MaryGo. Luchemos por la estatizacion de todos los medios de transportes, para que sean de calidad y bajo gestión de trabajadores y usuarios.

"Este acto de segregación no demuestra más que lo que ya sabemos. Les molesta que las mujeres viajen en sus micros, pero no les molesta que las mujeres suden lavando sus pisos, limpiando su mugre, criando a sus hijos, a cambio de salarios de miserarables.

"Las mujeres trabajadoras, seguimos siendo esa “gran fábrica invisible” de millones de mujeres trabajando para empresarios o quienes se benefician, de ese orden social imperante, el capitalismo.

"Algunas en las mansiones de éstos, por un salario de hambre y otras totalmente gratis en sus humildes hogares garantizando que sus hijos, sus maridos o sus hermanos estén comidos y descansados para ir a la fábrica del patrón a producir, del mismo patrón que no deja que su empleada doméstica viaje en el mismo transporte que él.

"La lucha de las empleadas del hogar y del cuidado, es una lucha de todas las mujeres trabajadoras contra esa alianza criminal entre el capitalismo y el patriarcado que nos somete a las mujeres a una mayor explotación, que es aún peor para las mujeres inmigrantes.

"Por eso celebramos que las esclavas del siglo XXI empecemos a mover nuestras cadenas, que empecemos a organizarnos y a cortarle el paso al patrón.

"Que sepan que no estamos dispuestas a seguir aguantando que nos sigan discriminando por mujeres, por pobres y por inmigrantes, que sepan que nos movimos y escuchamos el ruido de nuestras cadenas, y no vamos a parar hasta romperlas".


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