Coronavirus

Unidades Carcelarias: los excluidos también se contagian

La situación sanitaria de la provincia, como en gran parte del país, es compleja y, en ella, también se cuenta a quienes, privados de su libertad, contraen Covid-19. Los detalles de un enjambre de decisiones políticas, protocolos, cantidad de infectados y la necesaria vacunación.

Por Tomás Correa


Es fácil hablar del virus y dar datos, políticas públicas y demás si tenemos en cuenta a todo lo que está dentro del sistema en el cual nos movemos habitualmente. Pero, también, existen las y los excluidos, las y los privados de su libertad. Los presos, en vocabulario más coloquial, ese que agunos sectores usan despectivamente en este caso. 

La situación sanitaria de las Unidades Carcelarias no es ninguna novedad: fue, quizá, el primer tema expuesto de la pandemia allá por abril del pasado 2020. Allí, las y los internos pidieron por mejoras para no contagiarse del virus que acechaba a todo el planeta. Luego, el foco de la mirada hegemónica se posó en los "presos que liberaron con la excusa de la pandemia", con pocos datos que sustentaran tal afirmación, y se corrió del eje epidemiológico.



Pero, a un año de ese hecho ¿Cambió la situación? ¿En qué sentido? Los protocolos, los contagios y más son algunos de los temas de relevancia para conocer un poco la realidad de quienes, por momentos, se vuelven invisibles porque hacemos como si no existieran.


LOS CONTAGIOS EN NÚMEROS

El primer punto a abordar es los números a nivel nacional. Según la Procuración Penitenciaria de la Nación, hasta el 13/05 de este año hubo un total de 651 casos confirmados, de los cuales 19 fallecieron dentro de las unidades.

Pero, existe un número que preocupa más. En épocas donde se discute la cantidad de testeos, solamente fueron 1395 los que se hicieron en casi un año y medio a internos e internas en el país. De ese bajo número, un 47% dio positivo, un porcentaje que no es poca cosa.



En la provincia, la situación no cambia mucho: desde la Dirección Provincial de Salud Penitenciaria se tiene un registro de 400 personas que han padecido o padecen el COVID en el encierro.

Antonella Mirengui, directora del programa de inspecciones en lugares de encierro, dialogó con NuevaBA y señaló que este número “no evidencia o no es correlativo con las denuncias que nos llegan a nuestros canales de recepción. La metodología que utiliza el SPB para abordar el COVID es de hisopados nulos, solo se testea a la persona que presenta síntomas y después la alojan en el mismo pabellón donde se encontraba. La dejan a la deriva o a la buena de dios en relación a los cuidados y el control y seguimiento que debe llevar esta persona”.

A los días toda la población del pabellón aparece con síntomas, pero no son hisopadas. No hay un control diario más que la toma de temperatura, y con suerte acceden a un paracetamol. Esta semana fuimos denunciando muchas unidades donde se viene aplicando esta modalidad, porque hablamos de pabellones de más de 100 personas”, agregó en relación a la situación que se vive, hoy en día, en las unidades penales.



La directora del programa perteneciente a la Comisión Provincial por la Memoria también explicó que “la pandemia vino a evidenciar la crisis sanitaria que padecen las personas en el encierro", y enumeró "desde la falta de atención, de estructura sanitaria, del déficit de medicamentos e insumos que tienen los enfermeros y médicos en el encierro.

"Ninguna cárcel de la provincia cuenta con un espacio de internación adecuado a las reglas sanitarias mínimas, ni mucho menos a atender la gravedad que una persona puede padecer con el COVID-19”, dijo.

Y, en relación con la situación de hacinamiento heredada pese a la ampliación de plazas del útimo año, agregó: “Esto se recrudece teniendo en cuenta las condiciones en las que viven las personas detenidas. La provincia tiene más de un 120% de sobrepoblación, con cerca de 50.000 personas privadas de su libertad en 21.000 plazas.



Por último, hizo hincapié en que esto también se daba antes del comienzo de la pandemia: Es habitual que una persona permanezca enferma en un pabellón, hasta que se efectiviza el acceso a la sanidad. Es así cómo la existencia sanitaria llega tarde, o con problemas avanzados o muy críticos. Ahí ya no se puede frenar el daño, no solo en el COVID-19, sino en todas las enfermedades. La falta de atención médica a otras patologías ha sido un elemento central. Se debería tener en cuenta al momento de prevenir y enfrentar la pandemia en el encierro.


UNA VACUNACIÓN QUE SE NECESITA

Se sabe que la vacunación, hoy en día, es la única posibilidad de salida o final de una pandemia que ya nos viene golpeando hace casi un año y medio.

Entonces, la inmunización también tiene que llegar a las y los más desprotegidos: las y los internos deberían entrar, sin dudarlo, en ese grupo selectivo - no por decisión, sino por contexto muchas veces - que debe ser contenido por el Estado.



Pero no son todo malas noticias. Fuentes cercanas al Ministro de Justicia y Derechos Humanos de la provincia, Julio Alak, destacaron en diálogo con NuevaBA que en breve se comenzará con la vacunación a  los agentes del Servicio Penitenciario Bonaerense de mayor edad y con comorbilidades.

Ese dato, entre tantos, es esperanzador ya que son, en este momento, los contactos que hay entre el “afuera” y el “adentro” de las unidades.


LA EDUCACIÓN EN LA PANDEMIA

Hace un tiempo hablamos de la situación de conectividad en la provincia de Buenos Aires, y cómo creció y, esperemos, seguirá creciendo en los próximos años. Pero, ¿qué ocurre en las unidades carcelarias con la educación en contexto de encierro?

Como derecho básico, la educación debe ser respetada y otorgada también para las y los internos de las unidades bonaerenses. Si nos remontamos a marzo del 2020, el Ministerio de Justicia de la provincia habilitó a los internos e internas a poder utilizar teléfonos celulares, a raíz de la falta de comunicación con el exterior.



Eso no es algo menor para la educación, ya que quienes trabajaban en contexto de encierro tuvieron que comenzar a hacerlo por zoom.

Afortunadamente, hay muchos privados y privadas de su libertad que, aún, continúan realizando las clases por dicha plataforma. Cómo así también existen a lo largo y ancho de la provincia - Sierra Chica, por ejemplo - espacios con computadoras para que los internos puedan realizar las clases necesarias, ya sea primarias, secundarias y, hasta en algunos, universitarias y terciarias.

Este fue tan solo un pantallazo de lo que ocurre. Años y años de malas gestiones dentro del Servicio Penitenciario, las cuales empeoraron el transcurso de las y los privados de su libertad por un lugar que, aparentemente, debería ser la reinserción a la sociedad.


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