Mano a mano con NuevaBA

Feletti: “El gobierno tiene que aplicar controles más estrictos a los sectores concentrados”

El economista y secretario administrativo del Frente de Todos en el senado bonaerense, Roberto Feletti, brindó una extensa entrevista a NuevaBA en la cual habló sobre su visión sobre el modelo productivo de la Provincia, la hidrovía y la recuperación económica.

Por Juan Vera Visotsky



Roberto Feletti, economista y secretario administrativo del senado bonaerense por el Frente de Todos, analizó el presente económico de la Provincia, atravesado por la pandemia y el plan de reactivación económica luego de las políticas neoliberales aplicadas por el gobierno de Cambiemos.
 
En diálogo con NuevaBA, Feletti opinó que “hacia fin de año se va a ver un repunte de la economía” y aseveró que “el gobierno debería aplicar controles más severos a los formadores de precios para controlar la inflación”.  
 
¿Cómo ves la situación económica en la Provincia? ¿Crees que puede repuntar hacía fin de año?
 
RF: La gestión del gobierno nacional y de la Provincia en particular fue orientada a dos lugares: frenar el colapso sanitario e impedir un desmadre alimentario. Evidentemente las restricciones de movilidad de personas y de actividades incidían sobre todo en la economía formal. Asegurar alimentos y que el sistema de salud funcionara y atendiera fueron dos pilares en los cuales gran parte de los recursos nacionales y de las políticas provinciales, pero sobre todo del área metropolitana estuvieran concentradas. El avance en el plan de vacunación, que converge con la segunda ola, va a permitir llegar a septiembre con una porción de la población objetivo vacunada. En el país ya hay casi 17 millones de ciudadanos y ciudadanas que han recibido por lo menos una dosis, es posible que con esa cifra hacía septiembre llegue a las 25 millones de personas y eso genere un clima favorable para la movilidad de personas y de bienes. La economía creo que va a repuntar, además de que los ciclos económicos de la Argentina más allá de la pandemia o de gobiernos como el de Macri, suelen ser así: al cerrarse paritarias entre mayo y julio, con el medio aguinaldo en vacaciones de invierno en primavera aumenta el consumo, se llega hacia fin de año con la economía en pleno funcionamiento. Aquí buena parte del repunte económico va a estar definido hacía la primavera y apuntalado por el éxito del plan de vacunación que hasta ahora está funcionando razonablemente bien. 

"Me parece que va a haber que implementar medidas de regulación mucho más firmes y que tengan que ver con desvincular los precios internos de los precios internacionales y trabajar con los criterios de saldos exportables. Si esta recuperación incipiente se drena por culpa de los monopolios de exportación y comercialización de alimentos, estamos en un problema".


 
Uno de los principales problemas que está teniendo la Argentina en materia económica es el de la inflación y particularmente la suba del precio de los alimentos. ¿Por qué no paran de subir los alimentos y qué opinión tenés de las políticas aplicadas por el gobierno para frenar esta suba?
 
RF: Ahí convergen dos cuestiones. Este gobierno no va a permitir el hambre y va a colocar todo el dinero que sea necesario para asegurar el suministro de alimentos. Frente a eso vos tenés un comportamiento monopólico de sectores de producción y comercialización de alimentos que obran casi extorsivamente sobre eso. El gobierno va a cubrir la diferencia entre los ingresos populares y las necesidades de la canasta básica alimentaria, que es esencial porque la gente no puede elegir entre comer y no comer. Se hace presiono sobre ese mercado, que lo tengo asegurado. El año pasado la canasta básica alimentaria aumentó un 45% en un contexto en el que la economía se retrajo casi un 10, lo cual es una inconsistencia, pero sucede porque esos sectores saben que el gobierno va a asegurar el piso de ingresos suficientes con las tarjetas alimentarias y las ayudas que da la Provincia, los comedores y las bolsas comunitarias. El gran esfuerzo del Gobierno el año pasado fue la reestructuración de deuda para crear certezas y lo segundo fue estabilidad cambiaria, prudencia fiscal y búsqueda de acuerdo y apoyo internacional. En ese marco larga las mesas de consenso para impedir esto que está sucediendo ahora con los formadores de precios en bienes esenciales. Esto finalmente no se cumplió y obligó al gobierno a cerrar las exportaciones de carne, a forzar y amenazar con cerrar las exportaciones de maíz, presionar sobre los distintos productores para intentar frenar el proceso inflacionario. Yo creo que hoy el gobierno está en un cambio de política: frente a que no se desplegó el consenso económico y social y la suba de precios internacionales y exportar más allá de lo que necesita el mercado interno, forzó todas estas tensiones. En este momento estamos en el momento de mayor tensión y búsqueda de salidas y alternativas.


 
¿Crees que se puede llegar a un acuerdo con estos sectores?
 
RF: Me parece que va a haber que implementar medidas de regulación mucho más firmes y que tengan que ver con desvincular los precios internos de los precios internacionales y trabajar con los criterios de saldos exportables. Si se necesitan 8 millones de toneladas de trigo para la molienda y panificados, se necesitan otra misma cantidad de millones de maíz para el forraje, necesitas asegurar que al menos en carne vacuna se esté consumiendo entre 55 y 60 kilos que es lo tradicional que se consume en la Argentina, pese a que los últimos años viene bajando. Sobre eso tenés mecanismos de regulación como puede ser el aumento de retenciones, los cupos de exportación, asegurar canasta básica. Se están trabajando en varias medidas, pero yo creo que es necesario medidas de regulación fuertes, sino no va a ser fácil que la inflación baje. Encima del lado empresarial ponen a Funes de Rioja como presidente de la UIA, que paradójicamente era el presidente de la cámara alimenticia, la que más subió los precios. Eso es un síntoma del nivel de tensión
 
Decis que debería ir hacía medidas de regulación más estrictas. Pero los sectores económicos, así como sectores de la oposición, son muy reacios a ese tipo de medidas y enseguida plantean que el gobierno "va a hacia el comunismo" o que "vamos a ser Cuba o Venezuela".
 
RF: Eso va a pasar de todos modos, se avance con esas medidas o no. Acá está en juego que los argentinos coman o no coman. Si los argentinos vamos a pagar las galletitas a precio internacional, no hay política de ingresos que aguante. El gobierno está llevando adelante una política de ingresos consistente, con la baja de la incidencia y el impuesto a las ganancias a la baja para aquellos que tienen menos de 150 mil pesos de salario, eso implica un shok de dinero en el bolsillo fuerte para apuntalar esta recuperación que te decía de la mano de la vacuna hacia la primavera. Creo que el oficialismo ha corregido y ha mejorado la situación de los monotributistas; también ha cubierto el impacto tarifario de aumento de gas en las zonas frias. Al conjunto de políticas de ingresos, se está tratando de apuntalar los daños que provocó la pandemia además del macrismo. Y por otro lado, si esta política de ingresos se va en la suba de precios o en la suba de tarifas de energía eléctrica, no hay resto para el mercado interno. Si no hay acceso de energía y alimentos más o menos barato para el pueblo, que permita que haya resto en el bolsillo para consumir y poder adquirir indumentarias e invertir en gastronomía y recreación, no hay mercado interno. Cristina lo dijo el año pasado en el Estadio Único de La Plata, cuando lanzó "que la recuperación no se la apropien cuatro vivos". Si esta recuperación incipiente se drema por culpa de los monopolios de exportación y comercialización de alimentos, estamos en un problema. Eso se debería poder acordar, porque nadie puede pretender que sus compatriotas no coman; y las tasas de ganancias son lo suficientemente grandes como para permitir que haya para todos y todas.

"Si las áreas metropolitanas, donde se concentra la mayor cantidad de gente, no tiene tejido industrial, tampoco tienen tejido productivo".


 
El gobierno bonaerense insiste con la idea de la reactivación económica y productiva. En ese sentido ¿Cómo ves el modelo económico y productivo de la Provincia de Buenos Aires?
 
RF: El gobierno de Axel trabajó mucho para poner un escudo a los efectos sanitarios y sociales de la pandemia, y afortunadamente a mi criterio lo viene logrando. El punto es la importancia de una fuerte recuperación en el tejido industrial, sobre todo en el área metropolitana. Acá es importante rescatar que Argentina es un país que tiene un 97% de población urbana. Si las áreas metropolitanas, donde se concentra la mayor cantidad de gente, no tiene tejido industrial, tampoco tienen tejido productivo. Cuando se habla despectivamente del conurbano y eso, tiene que ver con las oleadas de desindustrialización. Eso el gobernador lo tiene muy claro y tanto el ministerio de producción como el de obras públicas en el presupuesto tienen contenidos importantes partidas en obras que se están implementando. Poner en marcha esos proyectos lleva tiempo, algunos estaban cancelados desde la gestión de Vidal, pero el objetivo es un gran apalancamiento de inversión pública y un gran trabajo con el banco provincia y con el ministerio de producción para lograr políticas de oferta en este caso (que es lo que puede hacer un Estado subnacional) vía créditos o subsidios de tasas para lograr una recuperación del tejido productivo. Axel lo expresó en las dos aperturas de sesiones que tuvo: la importancia del tejido productivo industrial es clave para el equilibrio social de la provincia, así como la obra pública y la inversión.
 
¿Qué rol juega el interior de la Provincia, donde el sector agropecuario es importante y hay actividades económicas muy diversas también?
 
 RF: Es un punto interesante ese. Hay una especie de tensión entre lo que es el área metropolitana y el interior rural si se quiere. En el senado bonaerense suelo escuchar a varios representantes de la oposición que arrancan sus discursos diciendo "yo vengo del interior productivo", lo cual desliza una especie de descalificación de las áreas metropolitanas como si no fueran productivas o si vivieran del subsidio, omitiendo las políticas anti industrias que han tenido los gobiernos neoliberales. Yo creo que hay dos puntos y me voy a referir puntualmente a los conglomerados empresarios: hay algunos que están ligados a las manufacturas de origen agropecuario, como el maíz y el forraje para la cría de pollos o cerdos, harinas y aceites; y está el interior rural puro y duro que planta granos y comercializa en el exterior y nada más. Esa tensión hoy está planteada en el consejo agroindustrial argentino. En 2010 cuando trabajé en el ministerio de economía de la nación se acuñó el término industrializar la ruralidad", lo cual te marca que no es algo nuevo. Hay un sector, que es el más ligado a las manufacturas de origen agropecuario, que está diciendo "bueno tenemos que industrializar la renta agropecuaria, no podemos solo tener renta pura y dura". Si bien es cierto que es la más superavitaria en dólares porque demanda menos insumos importados para producir. Argentina tiene un componente de exportaciones industriales muy fuerte en términos de generación de divisas, que incluso supera a la generación primaria. Lo que pasa es que las manufacturas de origen industrial son sectores dependientes de divisas, es decir de importaciones. En la producción primaria es diferente, en el caso de la soja por ejemplo el 97% se exporta. No hay prácticamente consumo interno de soja en Argentina y eso genera un excedente de divisas que es necesario. Hay una tensión hoy que tiene que ver con la decisión de industrializar ciertos sectores de manufacturas de origen agropecuario (fábricas de alimentos, fideos, galletitas, harinas, aceites) o vamos a seguir con la producción primaria pura y dura. Es una discusión que no es de hoy, en la década del 40 también estuvo y la terminó saldando la irrupción del peronismo. En los gobiernos de Néstor y Cristina el diferencial de retenciones más altas para la producción primarias y más bajas para las manufacturas, tenían su rol y eso se notaba. El año pasado se cosecharon aproximadamente 50 millones de toneladas de maiz y el país necesita para forraje aproximadamente 20 millones. Si de esos 50 se exportan 38 y se deja al país sin forraje, después te sube el kilo de pollo 58%. El punto es como se articula ese proceso. Este debate tiene que ver con cómo se le da sustentabilidad al país no solo económica sino también social, es decir hasta donde se producen las migraciones hacía el área metropolitana. Creo que hay sectores como la oposición que tienen que superar las cuestiones ideológicas en este debate, porque cuando dicen "vengo del interior productivo" están queriendo decir poco menos que "si son del conurbano, son planeros".
 
Nos gustaría cerrar la entrevista hablando de la hidrovía ¿Que valor crees que tiene para la Provincia de Buenos Aires este proyecto, que participa por una parte de ese corredor?
 
RF: El valor es el que el propio Presidente de la Nación dijo en un reportaje creo que en C5N, que había un drenaje de divisas por el contrabando de granos. Eso es lo principal en lo inmediato. El control de las vías navegables por parte de un Estado es un hecho conceptual directamente. Para la Provincia es muy importante porque es productora de granos. En la producción primaria se tiende a dividir al país entre las provincias oleaginosas cerealeras y las hidrocarburiferas. En la provincia participa muy fuerte el comercio de la producción agropecuaria y evidentemente el control de las vías de embarque es un tema fundamental, el Estado tiene que controlar eso. Esto nos retrotrae a la discusión sobre la producción alimenticia y su distribución, es un punto clave. Si aceptamos que Argentina necesita dólares e industrializar parte de su renta agropecuaria para configurarse como país, el control de las vías de comercio es un tema clave. Yo creo que el Estado tiene que participar del comercio de granos, es el debate que se desató con el tema Vicentin. Tiene que ver con asegurar el flujo de divisas y el control de la disposición de la renta agropecuaria. No podemos permitir que las vías agropecuarias sean un drenaje de las riquezas del país hacia el exterior sin más ni más.
 

 
¿Ves alguna contrapropuesta sobre esto en las críticas de la oposición?
 
RF: Creo que las críticas de la oposición, en un sentido más amplio que este tema de la hidrovía, buscan más que nada desestabilizar al gobierno. En 38 años de vida democrática continua, pocas veces se ha visto a una oposición tan salvaje y tan virulenta y tan carente de fundamentos. Eso te da un componente antidemocrático. Todas estas discusiones sobre las vacunas, así como lo de la hidrovia, que dicen que lo tiene que controlar un consorcio extranjero porque el gobierno no lo va a saber hacer, me parece que no son trascendentes. Estamos en un punto muy clave para la Argentina. Paradójicamente el mismo Macri dice eso. Hoy la Argentina según el INDEC tiene 19 millones de compatriotas bajo la línea de pobreza, entonces eso requiere intervención estatal y modelo productivo, que no es producir oleaginosas y granos para exportar y que nadie controle. Para sacar a esa gente de la línea de pobreza hay que industrializar y utilizar los recursos naturales para lograr más igualdad, sino esto a la larga va a terminar en una conflictividad social muy seria. Esa es la principal falla de la insensatez de la oposición.



COMENTARIOS